En el contexto de la Marcha Federal Antifascista y Antirracista,
recorrimos redes sociales observando las posiciones ideológicas al interior de
la comunidad LGBT, respecto de la figura del presidente, el modelo económico y la
posición subjetiva frente a las conquistas políticas de la comunidad LGBT. Presentamos
las contradicciones que se evidencian a partir del análisis de algunos miembros
del colectivo, con algunos ejemplos específicos.
Las subjetividades de algunos miembros de la comunidad LGBT que se pueden observar estos días en las redes sociales, se caracterizan por una constante tensión entre su individualismo y su compromiso con los derechos humanos. Sus discursos revelan un intento de encontrar un equilibrio entre posturas opuestas, pero terminan exhibiendo una serie de contradicciones internas que los definen como un sujetos en conflicto. Sus perspectivas están marcadas por una priorización de la economía sobre los derechos de las minorías, un determinismo biológico de la sexualidad y un rechazo a la intersectorialidad, lo que los lleva a adoptar una postura ambivalente frente a la lucha por la igualdad. En definitiva, reflejan una cierta confusión ideológica presente en algunos sectores de la sociedad, que se debate entre el deseo de cambio y el miedo a perder sus conquistas individuales.
Observamos personas de la comunidad en conflicto, marcado por tensiones internas y contradicciones que dificultan la adopción de una postura clara y coherente frente a las problemáticas sociales y políticas de su contexto. Sus discursos, en un intento por alcanzar un equilibrio, exhiben una lucha entre sus individualismos, sus valores personales y sus percepciones de la realidad, lo que nos permite trazar un retrato de una subjetividad compleja y ambivalente.
La primera tensión se manifiesta en ellos es su individualismo
y su aparente apoliticidad. Se presentan como individuos que toman
decisiones basadas en lo que les parece "más conveniente", al margen
de las ideologías políticas. Sin embargo, sus participaciones en debates sobre los derechos de la comunidad
LGBT contradicen estas posturas, revelando una tensión entre su
individualismo y la necesidad de una acción colectiva. Esta postura también
se evidencia en el rechazo a la intersectorialidad, ya que a pesar de apoyar la
causa LGBT, no quieren que su reclamo se mezcle con otras agendas políticas.
Esta preferencia por la individualidad, esta necesidad de "no
partidismo" los lleva a priorizar sus propias miradas sobre la realidad,
que les impide advertir las conexiones entre sus propias luchas y las luchas de
otros grupos oprimidos.
Otro punto de fricción se evidencia en la priorización de
la economía sobre los derechos humanos. Si bien apoyan la marcha de la
comunidad LGBT y critican los dichos del presidente, consideran que los
problemas económicos son más urgentes y relevantes. Esta jerarquización de
problemas revela una visión limitada de la justicia social, en donde los
derechos de las minorías quedan relegados a un segundo plano, en contradicción
con la noción de que la diversidad es una riqueza de la sociedad. Esta postura
sugiere que la lucha por la igualdad no es tan importante como la estabilidad
económica, lo que contradice sus posiciones
de apoyo a la causa de la diversidad sexual, y la noción de que todas las
personas deben poder realizar su proyecto de vida.
La tensión entre el determinismo biológico y el libre
albedrío también es central en sus discursos. Creen que la homosexualidad
es algo con lo que se nace, una concepción biologista de la sexualidad, pero
también afirman que las personas pueden elegir qué hacer, aunque no qué sentir.
Estas posturas, aunque buscan un punto medio, generan una tensión entre la idea
de una orientación sexual innata e inmutable, y la noción de la agencia
personal en su expresión. Esta tensión se profundiza cuando afirman que “se
desmadró” el tema de la hormonización infantil, al juzgar la decisión de
algunos padres de apoyar a sus hijos en su transición. Esta afirmación revela
un rechazo a la diversidad en las expresiones de género que contradice
la noción de que cada persona es libre de ser quien siente que es.
La ambivalencia emocional de muchos miembros de la
comunidad LGBT se manifiesta en su indignación por los dichos del presidente, a
la vez que se distancian de la reacción masiva que estos generan. Si bien
reconocen que las declaraciones presidenciales incitan al odio y no contribuyen
a la construcción de un país plural, también desestiman el enojo de otros
sectores al considerar que "todo ahora es odio". Esta postura
emocional ambivalente dificulta la construcción de un discurso coherente y
una postura política clara.
Parecen no comprender la importancia de la intersectorialidad
en la lucha por la justicia social. Al apoyar la marcha LGBT, pero oponerse a
la participación de otras organizaciones, evidencian su rechazo a la idea de
que las opresiones están interconectadas y que las luchas por la igualdad deben
ser un esfuerzo colectivo, una alianza entre los distintos grupos que buscan un
cambio social. Esta postura puede ser interpretada como una preferencia por una
lucha “pura”, enfocada solo en la identidad sexual, sin tomar en cuenta otras
dimensiones de opresión o lucha social.
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